Cierto es que al hablar del amor estamos abarcando un campo demasiado extenso como para precisar a que nos estamos refiriendo exactamente.
Me gustaría en este caso hablar solo del amor de pareja. Eso que casi todos (creo) hemos sentido al suponer que hemos encontrado aquello que buscamos y nos sentimos completos o dicho de otra manera el rompecabezas de la vida parece haber encontrado la pieza que faltaba. Todo se acomoda casi por arte de magia, somos otros y eso que llamamos felicidad parece habernos llegado.
Dice el psicoanálisis “el amor es la proyección de una imagen que uno siente no poseer y cree encontrarla en el otro. Es decir, nos completamos a través del otro”.
Hay otros como el gran poeta Charles Bukovski que dice “el amor es una niebla que se quema con el primer rayo de luz de realidad”.
Sea como fuere entiendo que el amor implica una acción, un transcurrir que cuanto menos puede suponerse que es algo riesgoso, en tanto búsqueda de esa completud alcanzada, pero que tambien nos confunde cuando pensamos que puede ser infinita en su permanencia.
Voy a introducir ahora un concepto que llamaré “el síndrome de la escalera”. Este síndrome se juega cuando en un camino privilegiado damos pasos casi imperceptibles, casi automáticamente como cuando subimos a una escalera, sin pensar que el paso posterior nos llevará cada vez mas arriba (pienso en este caso en una escalera de una sola hoja).
En el amor sucede algo así, vamos escalando en ese transcurrir sin darnos cuenta, confiados en esta completud que supuestamente alcanzamos. Pero existe un momento casi imposible de soslayar que llamare “el instante realazo” (de realidad) donde miramos hacia abajo y nos damos cuenta que estamos subiendo a esa escalera (metáfora de por medio).
Es en ese instante donde me parece se juega la permanencia o el corte de esa situación tan especial, que llamamos amor. Esta permanencia del amor o eventual corte implica entonces un renunciamiento, en cualquiera de los casos.
Dichosos, podemos afirmar, los que llegaron a ese punto y pueden amar y sentirse amados, aunque ya sabiendo que están en una “escalera” y que el equilibrio para no caerse ya va a ser parte de sus vidas.