El término terapia está muy de moda y se usa para hablar de diversas formas de contención anímica, por conceptualizar esto de manera simple.
Implica entonces algo que alivia, que acompaña, que ayuda a vivir en este mundo a veces implacable y agresivo sobre todo para algunas personas que padecen “el síndrome de la genuinidad” (ya en otros artículos profundizaremos en este tema)
En esta búsqueda de alivio aparecen (aparecemos) muchos y diferentes actores, psicólogos, psiquiatras, pastillas mágicas, terapias holísticas y otras yerbas similares. Pero también están a nuestro alcance bares, bodegones, y restaurants de Buenos Aires.
Voy entonces, señor lector, a intentar explicar este fenómeno, que en primera instancia parece extraño.
Voy a empezar por recuerdos que muchos tenemos… “Josesito la lecheee” … Cuantos recuerdan con cariño ese llamado tan esperado, aunque a veces nos cortara el partidito de futbol en la esquina. También el almuerzo cuando llegábamos con hambre de la escuela … “a comeeeeer”.
Entiendo que estos simples ejemplos sirvieron para entender porque a veces estos espacios gastronómicos nos recuerdan aquellos más subjetivos y personales. Sin embargo, también ciertas circunstancias posteriores de la vida como separaciones de pareja, etcétera, nos terminan acercando a esos lugares donde algún mozo nos dice “Hola… ¿cómo está?”.
Esto tan simple sirve muchas veces para ahuyentar la soledad que ciertas separaciones afectivas nos causan.
Creo entonces, que estos lugares tienen algo familiar entrañable, en nuestros recuerdos y que nos sirven para una especie de “terapia de confrontación” que alivia algunos de los tantos pesares que nos agobian hoy en la vida. Digo esto último no como una afirmación fatalista o depresiva sino como algo a tener en cuenta en nuestro estado de ánimo.
Como una variante muchas veces a muchas personas no les gusta ser observados “estando solos” como si en esa postura mostráramos más nuestra tristeza. A estos últimos puedo decirle, que la tristeza no se ve sino se siente y cuando una compañía alivia (aunque más no sea gastronómica) hay que intentar ponerla en práctica.
De acuerdo a todo lo dicho inauguro entonces una nueva terapia de contención, la terapia de bares, bodegones y restaurants, ¿o a usted así no le parece señor/a lector/a?